domingo, 27 de marzo de 2016

Desdén en tres estados ante la alerta para frenar feminicidios

Novatez, apatía y escasa investigación de autoridades
Blanca Juárez
 
Periódico La Jornada
Domingo 27 de marzo de 2016, p. 7
Un nuevo obstáculo impide que en el estado de México y en Morelos se aplique la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM) para frenar la ola de feminicidios: los alcaldes que asumieron el cargo en enero. Su excusa es que apenas están en el puesto y la anterior administración es la que debió actuar o que desconocen el tema. Pero poco después de junio, cuando fueron electos, se activó esa medida. Tuvieron al menos cinco meses para enterarse.
Y en Jalisco, la tercera entidad del país donde se emitió la emergencia, simplemente hay una política de ocurrencia con la que será difícil lograr resultados, sostuvo en entrevista Gabriela Juárez Piña, del Observatorio de Feminicidio en ese estado.
La novatez y la apatía se suman a la escasa investigación y a la reticencia de agentes ministeriales, fiscalías y jueces por trabajar con perspectiva de género, coincidieron Julia Quintanilla, coordinadora de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos (CIDHM), y Yuritzi Hernández de la Rosa, del Observatorio Ciudadano en contra de la Violencia, la Desaparición y el Feminicidio del estado de México (Ocmexfem).
En esta entidad van 51 feminicidios tan sólo este año, de acuerdo con el Ocmexfem. En Jalisco, de 2012 a la fecha se han cometido 589; 25 en lo que va de 2016, según el observatorio. La CIDHM identificó 37 desde que se declaró la AVGM en agosto de 2015 y hasta el 10 de febrero. Una cifra muy alta si tomamos en cuenta que con la alerta debió aumentar la seguridad, apuntó Julia Quintanilla.
La AVGM es un mecanismo que el gobierno federal creó para atender la violencia contra las mujeres. Se declara cuando existe una situación grave de agresiones y se dictan disposiciones de emergencia para prevenirlas y eliminarlas.
El estado de México fue el primero donde la Secretaría de Gobernación (SG) la decretó sólo para 11 municipios, el 31 de julio pasado. Un mes después lo hizo en ocho localidades de Morelos. El 8 de febrero de este año el go­bernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, no se esperó a que la SG lo decidiera y la promulgó para ocho ayuntamientos.
En Morelos, tras siete meses de la medida, la situación no ha cambiado. Siguen matándolas, desapareciéndolas, refutó Quintanilla. Así que el pasado martes la CIDHM envió una carta a ocho ediles en cuyos municipios está vigente la alerta, incluyendo Cuernavaca. Les solicita información sobre las acciones de seguridad y prevención que han emprendido, cuánto presupuesto se dispone para ello y un reporte de la situación.
En el estado de México sucede lo mismo. Los nuevos presidentes municipales no tienen idea de cómo trabajar, piensan que todo lo debe hacer la procuraduría estatal. Pero ellos tienen gran responsabilidad, sobre todo en la prevención, explicó Hernández de la Rosa.
Además hay actitud negligente de los gobiernos estatales, añadió Quintanilla. En Morelos, Graco Ramírez no ha puesto verdadero empeño, denunció. Y el gobernador mexiquense, Eruviel Ávila, debe recalcar a los munícipes que es un tema prioritario y luego coordinarlos, señaló Hernández.
Las matan sus novios o esposos, incluso los aspirantes a eso, los desconocidos y los narcotraficantes. El único patrón presente en los feminicidios es la impunidad, la libertad de agredir a una mujer porque nada pasará, concluye la activista Yuritzi Hernández. Para muestra: de los 589 cometidos en Jalisco sólo se han dictado dos sentencias. En el estado de México de 2011 a 2013 se perpetraron 840 y sólo 145 han sido investigados.
En Morelos la mayoría de los asesinos son familiares o compañeros de trabajo, reveló Quintanilla. Sin embargo, el gobierno de Graco Ramírez simula que tienen que ver con el narcotráfico, así se deslinda de varias maneras.
No le competería indagar, sino a las autoridades federales, pero éstas lo desdeñan como sólo un ajuste de cuentas. Los vecinos creen esa versión y no se solidarizan con las víctimas.
Sobre las desaparecidas, lamenta Hernández de la Rosa, no podemos saber sin son para explotación sexual, porque ni siquiera hay líneas de investigación. Pueden estar donde sea o aparecer muertas después.
En Jalisco sí tienen indicio, pues ese estado es sede de trata, proveedor y lugar de tránsito, de acuerdo con el Reporte de Tráfico de Personas (TIP, por sus siglas en inglés). Aquí, algunos feminicidios los cometen familiares. Pero hay otro tipo, que es equiparable al campo algodonero, porque las matan, las descuartizan, las meten en bolsas de plástico y las dejan en arbustos, deploró Juárez Piña.

domingo, 20 de marzo de 2016

Cuerpo de mujer: peligro de muerte

Lilia Alejandra García Andrade 1984 -2001

Conocimos su nombre cuando estaba muerta. Tenía 17 años. La tarde del 21 de febrero de 2001 quienes estaban en un shopping de Ciudad Juárez pudieron ver en el terreno baldío de enfrente un bulto floreado semi enterrado, ese bulto era Lilia muerta. Su cuerpo torturado, desnudo de la cintura a los pies –sólo tenía sus medias blancas– y con marcas de esposas en las muñecas estaba envuelto por un cubrecama de colores grises y mantecas. Hacía una semana que había desaparecido. La habían estrangulado hasta matarla después de haberla violado “de manera tumultuaria”.
Desde aquel febrero el nombre de Lilia está unido al de las mujeres de desaparición forzada que aparecieron muertas en Lote Bravo: Silvia Irene Rivera Morales, Olga Alicia Carrillo y Rosario García Leal y al de Cecilia Covarrubias Aguilar, Claudia Ivette González, Paloma Angélica Escobar Ledesma, Neyra Azucena Cervantes y al de miles y miles de mujeres asesinadas en México.
A quince años del femicidio y mientras los cómplices destierran cruces y arrancan de los caminos las fotos de las víctimas– sus hijos (Jade tenía dos años y Kaleb cinco meses cuando la asesinaron) y su madre (Norma Andrade) enfrentan fiscalías y cortes internacionales pidiendo justicia. La historia de la reconstrucción que estuvo desde siempre plagada de fraudes, silencios, complicidades (el 19 de febrero de 2001 una mujer llamó a la policía –que nunca apareció– diciendo que una chica semidesnuda era agredida por un hombre) y mentiras (ninguna autoridad investigó la desaparición cuando Norma hizo la denuncia), es la historia que se repite en cada uno de los casos de las mujeres asesinadas en Juárez (“nuestra maldición y nuestro espejo” como dijo alguna vez el escritor chileno del realismo visceral), ciudad del estado de Chihuahua, frontera Norte de México con El Paso, Texas, y lugar emblemático, según Rita Segato, del sufrimiento de las mujeres, “Allí, más que en cualquier otro lugar, se vuelve real el lema “cuerpo de mujer: peligro de muerte (…) Frontera entre el exceso y la falta, Norte y Sur, Marte y la Tierra, Ciudad Juárez no es un lugar alegre. Abriga muchos llantos, muchos terrores.”
Los años que no trajeron justicia aumentaron la lista, nunca alcanzan los renglones para nombrar a las mujeres que llegan muertas desde cualquier lugar de la tierra y se unen a Lilia, la estudiante mexicana que quería ser periodista y jugaba muy bien ajedrez. En el recuerdo durante un homenaje con olor a pintura de mural recién estrenado una mujer lee en voz alta a Rita Segato “En la lengua del feminicidio cuerpo femenino también significa territorio”. No muy lejos otras mujeres evocan la voz todavía infantil de Lilia cuando ganó el primer premio en un concurso de declamación con “México, creo en ti, / como en el vértice de un juramento. /…Tú hueles a tragedia, tierra mía, / y sin embargo, ríes demasiado, / acaso porque sabes que la risa/ es la envoltura de un dolor callado” y mientras lo hacen pintan de rosa el rosa gastado de las cruces.

jueves, 10 de marzo de 2016

Desde el exilio: Marisela Ortiz



Tras resistir durante años amenazas de muerte, Marisela Ortiz, una de las activistas más tenaces en Juárez, la ciudad más violenta de México, dejó la ciudad y a los suyos, aunque espera regresar para seguir denunciando feminicidios
Daniel de la Fuente

Todavía hace muy poco, Marisela Ortiz, fundadora de la asociación Nuestras Hijas de Regreso a Casa, se resistía a la idea de dejar Ciudad Juárez. Decía que pese al acecho contra activistas, le resultaba difícil pensar no sólo en abandonar sus tareas de denuncia sobre feminicidios y de apoyo a familiares de víctimas, sino la ciudad en la que ha construido una familia, su vida.
El 10 de marzo pasado, sin embargo, alguien colgó una manta en la escuela en la que Marisela trabajaba como maestra: "Si quería seguir apoyando a la pi... cu..., de la lic. Malú maestrita de mie... Marisela Ortiz. Bamos a chin... a tu familia empezando x tu hijo el chapulín del Rawy que ya lo tenemos en la lista atee... JL ____".
En la escuela del hijo de la también activista María Luisa "Malú" García Andrade, hija de Norma Andrade, la otra fundadora de la asociación, una manta similar fue colgada. Ella, a quien le incendiaron la casa hace poco, también salió de Ciudad Juárez.
Marisela no lo pensó dos veces: era momento del exilio.
"Tuve que huir de mi ciudad", cuenta desde algún lugar de Estados Unidos. "Es desesperante mantenerse en un sitio que no es tu hogar. Dejar todo duele mucho y es difícil aceptar que te cortaron las alas, aunque no sea para siempre".
Desde Nuestras Hijas de Regreso a Casa, y con Ciudad Juárez como sede, Marisela ha trabajado por más de una década en exigir justicia por los feminicidios y atender a los familiares, sobre todo a los hijos: cientos.
Aun a la distancia, sigue en contacto con sus actividades. Pero el exilio ha sido complejo.
"Al estar fuera de tu hogar valoras lo mas mínimo. Estoy viva y es suficiente, pero no me adapto pues es duro no tener a la mano lo que durante toda tu vida construiste: extraño mi casa, a mi familia a la que amo tanto, a mis mascotas, soy amante de las plantas y la jardinería es mi relax... Aquí no tengo nada, nada es mío".
Quiere volver para continuar con su Proyecto La Esperanza, enfocado a hijos de víctimas, y a la Escuela Federal No. 60 en la que es maestra, ubicada en un Infonavit de la ciudad más violenta de México.
De hecho, una dinámica que solía llevar a cabo con sus chicos de secundaria era ir al desierto.
En aquel territorio en torno a las maquiladoras, han sido hallados desde los 90 cientos de cadáveres y restos de mujeres sacrificadas en formas impronunciables.
"El desierto para mí es un símbolo", comenta. "Es el lugar donde se guardan los secretos de cientos de tragedias, por eso llevo a mis alumnos y los pongo en contacto con ese tipo de naturaleza: que sientan la fuerza del desierto, que escuchen sus secretos, que los escriban, los comenten y, sobre todo, que generen una propuesta para acabar con esto para siempre".
A Marisela le preocupa Ciudad Juárez, los niños azotados por hechos desorbitadamente crueles que por casi dos décadas ha generado este ecosistema del mal situado al lado de El Paso: decapitados y descuartizados, mujeres abusadas sexualmente y asesinadas por estrangulamiento, a puñaladas, golpes o tiros, con partes del cuerpo literalmente arrancadas a dentelladas.
Pero las amenazas, lo sabe, no son falsas advertencias. Basta recordar a otras activistas asesinadas: Josefina Reyes, en enero del 2010; Marisela Escobedo, en diciembre de ese año; Susana Chávez, en enero del 2011.
Hoy, afirma que aunque existen medidas cautelares para ella y María Luisa emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, no hay garantías.
"No hay recursos para tener una escolta 24 horas", agrega Marisela. "Las medidas son sólo para mi persona y para María Luisa, no para nuestras familias, a quienes también han amenazado".


Antes de sumergirse en la denuncia de feminicidios y en el apoyo a familiares de víctimas, Marisela vivía en un caparazón. Nacida en 1958 en la ciudad de Chihuahua, la mayor de nueve hijos de un profesor que preside un grupo de Biblia y una empleada jubilada del Seguro Social reconoce que siempre fue de las que veían la vida en rosa.
Ella estudió para ser maestra porque nunca dudó en serlo. Lo fue en primarias, en la Normal Superior y en un centro de educación especial, donde fue directora. Jubilada, hoy da clases en secundaria.
Como activista nació a fines de los 80 cuando dos niñas sordomudas sufrieron abuso sexual. Al percatarse de lo complejo que era poner una denuncia con infantes que no podían expresarse, reunió a madres e intervino en una sesión del Congreso para exigir la revisión de la ley para personas con discapacidad y que se impidiera en juzgados la victimización de los ofendidos.
Vinieron después los 90 y las noticias de mujeres asesinadas empezaron a poblar los diarios. Marisela reconoce que creyó entonces en los argumentos oficiales, de que las víctimas eran prostitutas envueltas en líos.
En el 2001 desapareció su alumna Lilia Alejandra García Andrade, cuyo cuerpo fue hallado más de una semana después. De acuerdo a la autoridad, la obrera de 17 años, madre de un bebé de cinco meses y un niño de 2 años, fue golpeada y violada durante días y, al final, estrangulada. El o los asesinos siguen libres.
"Esto le dio un giro a mi vida, porque empecé a enterarme de cómo estaba todo. Al principio no entendía muchas cosas".
Ella y la madre de Lilia Alejandra, Norma Andrade, se conocían en el ámbito magisterial, pues ésta era maestra de primaria, y el primer lugar que visitó fue la escuela de su hija. Marisela se dedicó a repartir miles de volantes y estaba resuelta a alzar la voz.
"Pero Norma no quería luchar, confiaba en las autoridades y tenía fe porque había hablado con Fox... Se quedó esperando una ayuda que jamás llegó".
Nuestras Hijas de Regreso a Casa nació cuando se halló el cuerpo de Lilia Alejandra. Marisela propuso llevar el ataúd de la joven a la Subprocuraduría de la Zona Norte de Chihuahua, para exigir justicia.
En eso le habló el papá de Minerva Torres Avendaño, desaparecida ese año: "Usted es la maestra, ¿verdad? Necesito que me ayude", le dijo y Marisela contestó, sorprendida, que no era abogada.
"Sólo escúcheme", y le platicó su historia y le pasó a su esposa.
"Aquello me movió el corazón", recuerda Marisela. "Así fue que empezamos a maquinar una serie de estrategias".
La nueva asociación civil fundada por ella y Norma Andrade nacería oficialmente en 2004. Para entonces, aquella maestra entusiasta y cada vez más dolida por lo que se enteraba empezó a llevar un registro de desapariciones y a denunciar en voz alta.
"Mi mayor fortaleza es el dolor de todas esas mujeres que hoy son amigas y que a lo largo de los años vienen y me dicen con fotos de sus hijas en mano: 'Mire, vea a mi hija, mire; así era ella antes de que me la asesinaran'.
"Llena de coraje, decía entonces: '¿cómo no hemos podido frenar esto?'. Aún lo digo".
Por su lucha, Marisela ha sido amedrentada de mil formas: desde persecuciones hasta robos, golpes, amenazas telefónicas e incluso que un grupo la sometiera y le pusieran una pistola en la boca.
Hoy, explica esta mujer que apoyó la realización del filme "Ciudad del Silencio", protagonizado por Jennifer Lopez y en el que se abordan los crímenes de Ciudad Juárez, hablar de cifras es un problema más del feminicidio.
"A pesar de los logros en denuncia internacional, desconocemos la cifra real. Desde los 90 hasta el 2003 hay registro de más de mil asesinadas, pero son tres veces más las desaparecidas, más todo lo acumulado hasta hoy".
Si a esto se le aúna la guerra entre cárteles, el exterminio de mujeres toma un nuevo matiz, pues las niñas y adolescentes empezaron a aparecer encintadas a la manera del narco y las cifras se dispararon como en una productiva fábrica de muertos.
Tanta fue la permisividad, dice, tanta la impunidad, que hoy lo que sobresale es el alto número de crímenes, las pocas aprehensiones y la ausencia de una política de Estado en materia de feminicidios. ¿Quién mató a tantas mujeres? ¿Por qué?
"Cualquiera pudo haber cometido estos crímenes, "no sólo el narco, porque es tal la impunidad que aquí se asesina y se ha asesinado a mujeres porque se puede hacer, porque no hay límites, orden ni estado de derecho.
"Aquí ya ganó el crimen".


Marisela ha trabajado por años con las vivas de Juárez, en este caso los familiares de víctimas, sobre todo sus niños (se estiman miles de huérfanos), para formar a una nueva generación que crea en la justicia, camine salva y sea de hombres y mujeres que no pierdan la fe en la vida pese a la impunidad y la orfandad, porque no quieren que en el futuro el crimen también gane.
Esto es La Esperanza, proyecto que consiste en talleres de arte-terapia para ayudar a los niños hijos de las víctimas.
Cada vez, sin embargo, la lucha es más cuesta arriba. Los crímenes de activistas son prueba.
Presionada por asesinos, Marisela ha debido salir de la cuidad de la que dijo nunca se iría, porque alguien debía luchar.
"No me siento derrotada, pero sí impotente y enojada, porque me arrebataron parte de mi vida, una construcción de años. Me obligaron a separarme de mi familia, de mi casa y de mi trabajo.
"Aquí donde estoy no puedo hacer nada de lo que estoy acostumbrada. Vivir en la incertidumbre es lo peor. Por supuesto, celebro no haberme quedado a que me asesinaran, pero alejarte de todo es como morir un poco".
Nada mejor podría pasarle ahora que volver a casa. Sólo necesita garantías de que se respetará su vida y la de su familia.
"Mi familia siempre ha sido muy unida", afirma sobre cómo vive su actual exilio, lejos de ella. "Ellos son mi fortaleza, yo la de ellos. Resisten, pero ahora la incertidumbre es el elemento que desgasta, que lastima... No sabemos qué va a pasar y eso provoca mucha angustia.
"Me recuerda a Vargas Llosa, que en alguna ocasión dijo que la incertidumbre es como deshojar una margarita y ver que sus pétalos jamas se terminan por más que deshojas y deshojas".
Marisela quiere volver. Volver a la ciudad, al desierto del que le hablaba a sus alumnos, con las víctimas. Activistas como ella deben volver. Si no, ¿quién hablará de los muertos, pedirá justicia, acompañará a los deudos?
Si un día esta historia acaba, ¿quién quedará para contarla?


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martes, 8 de marzo de 2016

Con Peña Nieto, 6 mil 488 mujeres asesinadas

Flor Goche

Día de la Mujer

Estado de México 


Feminicidios-Rocha


sábado, 5 de marzo de 2016

Familiares de desaparecidas en Ciudad Juárez se reúnen con directivo de AI

En un video narran su historia y denuncian amenazas
Rubén Villalpando
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 5 de marzo de 2016, p. 8
Ciudad Juárez, Chih.
Alrededor de 70 madres, padres, hermanos e hijos de mujeres con reporte de desaparición en Ciudad Juárez se reunieron el viernes con Perseo Quiroz Rendón, director ejecutivo de Amnistía Internacional (AI) en México, antes de la presentación de un video en el cual narran la indolencia en las indagatorias y el trato inhumano que les han dado, a pesar de que existe la sentencia del Campo Algodonero emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Quiroz dijo que existe una larga lista de feminicidios que ha documentado AI y a pesar de denuncias, informes, recomendaciones y promesas del gobernador César Duarte Jáquez, de reunirse con ellos para elaborar programas de investigación, no han cumplido.
Expresó que el municipio de Cuauhtémoc tiene alto índice de desapariciones forzadas en las que se detecta la presencia en el delito de agentes policiacos y militares; sucede algo similar en Juárez, que tiene alto índice de desapariciones y existe indolencia de la Fiscalía General del estado para investigar.
En el video se reconoce el trabajo de madres con hijas desaparecidas en Ciudad Juárez. La mayoría relata que salieron de sus casas en busca de trabajo, a la escuela o visitar familiares o amigas y no regresaron.
También mencionan amenazas de agentes policiacos, ediles, de personal de la Fiscalía y de personas desconocidas.

viernes, 4 de marzo de 2016

Entregará CDHDF a la defensora Norma Esther Andrade y a las Reinas Chulas Cabaret y Derechos Humanos, A.C., el Reconocimiento Hermila Galindo 2016



Boletín 032/2016
4 de marzo de 2016
  • El Reconocimiento es a su trayectoria, por sus iniciativas y logros en la construcción de una cultura de respeto a los derechos de las mujeres
La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) entregará el próximo martes 8 de marzo el Reconocimiento Hermila Galindo 2016 a la defensora Norma Esther Andrade y a Las Reinas Chulas Cabaret y Derechos Humanos, A.C., en el marco del Día Internacional de las Mujeres.
El Reconocimiento tiene como finalidad premiar las trayectorias más reconocidas por sus iniciativas y logros en la construcción de una cultura de respeto a los derechos de las mujeres, y en el impulso a la igualdad de género en los ámbitos social, económico, cultural, educativo, político y de salud en México.
En ese propósito, la defensora Norma Esther Andrade, Presidenta de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, A.C., será reconocida en la Categoría Persona y Las Reinas Chulas Cabaret y Derechos humanos, representada por Ana Francis Mor, Cecilia Sotres, Nora Huerta y Marisol Gasé, en la Categoría Organización de la Sociedad Civil (OSC).
Las ganadoras serán acreedoras a un reconocimiento público suscrito por la Presidenta de la CDHDF, Doctora Perla Gómez Gallardo, y una representante del Consejo de la Comisión, acompañado de un estímulo económico de $40,000.00 (cuarenta mil pesos m.n.) para la Categoría Persona y de $50,000.00 (cincuenta mil pesos m.n.), para la Categoría OSC.
La CDHDF entregará también Menciones honoríficas a Lourdes Barrera Campos y a Mujer y Medio Ambiente, en las Categorías Persona y Organización de la Sociedad Civil, respectivamente.
De acuerdo con el Jurado, se otorgará también un monto de $10,000.00 (diez mil pesos 00/100 m.n.) a cada Mención Honorífica.