lunes, 27 de abril de 2009

La violencia del narco en Juárez eclipsó los asesinatos de mujeres

* Los feminicidios no han cesado, de 2008 a la fecha ya van 28 víctimas, revelan ONG

* Si se aclararan los crímenes ya no habría más, dice una de las madres que hablarán hoy en la CIDH

Protesta en Ecatepec en 2002 por las serie de homicidios en Juárez ocurridos desde la década de los 90 Foto Guillermo Sologuren

Blanche Petrich

Los niveles de violencia ligada al narcotráfico en Ciudad Juárez, con su dosis de 10 cuerpos diarios en promedio, eclipsó la otra cadena de asesinatos seriales de mujeres que escandalizó al mundo en la década de los años 90. Pero el feminicidio en Ciudad Juárez no ha cesado. Entre 2008 y 2009 las organizaciones de derechos humanos ya cuentan 28 nuevas víctimas, todas muy jóvenes.

¿Te doy nombres?, pregunta Alfredo Limas, del Centro para el Desarrollo Integral para la Mujer en Ciudad Juárez. Y se arranca de memoria: Valeria López, 15 años. Desapareció en enero. Adriana Sarmiento, también 15. Se le perdió el rastro también en enero. Mónica Janet Alanís, 18 años, en marzo. Lidia Ramos y Beatriz Castañón, ambas de 19 años, desaparecieron en diciembre.
Frente a esta serie incesante de crímenes, advierte la señora Josefina González Rodríguez: Si las autoridades hubieran trabajado desde el principio para esclarecer lo que pasó con nuestras hijas y para buscar y castigar a los culpables, hoy no hubiera habido tanta muchachita desaparecida. Pero no fue así. A mí por eso no me gusta oír las noticias, porque sé que a cada rato me voy a enterar de que ya mataron a otra. Y me acuerdo... sé lo que se siente.

Ella es madre de Claudia Ivette González. Era una cumplidísima obrera de la maquila. Cubría el turno de la mañana y se afanaba mucho porque le iban a dar un bono de puntualidad. Al terminar su turno tenía que regresar rápido a su casa porque su hermana Mayela cubría el horario de la tarde y ella se quedaba cuidando a sus sobrinos. Pero el 10 de octubre de 2001 quiso su mala suerte que se retrasara dos minutos de la hora de entrada y la regresaron. Perdió algo más que el bono: la vida. Nunca volvió a su casa.

Lo que sigue es un patrón de conducta de las autoridades, incapaces e indolentes ante los asesinatos seriales. Al día siguiente doña Josefina acudió a la procuraduría estatal para reportar su desaparición. No aceptaron su denuncia porque, dijeron, tenían que esperar 72 horas.Un mes después se encontraron ocho cuerpos de mujeres jóvenes en el Campo Algodonero. De manera arbitraria, sin que mediaran peritajes o pruebas de ADN válidos, atribuyeron la identidad de uno de los restos a Claudia.

El drama, con algunas variaciones, se repitió cientos de veces, entre 1996 y la fecha. La cifra, siempre incierta, se acerca a las 400.

Hoy, el gobierno mexicano se sienta en el banquillo de los acusados en el 39 periodo extraordinario del tribunal de justicia de la OEA para responder por tres de estos casos.

Doña Josefina, que ya está en Chile, va con la esperanza de que haya aunque sea un poquito de justicia para todas las mamás que hemos perdido a nuestras hijas de esta forma tan horrible.

Dice a La Jornada: Aunque han pasado ocho años, no le hace. Quiero enterarme. ¿Y sabe por qué? Porque tengo otra hija que trabaja en la maquila, Gema Iris. Y porque es algo que sigue sucediendo. A cada rato nos enteramos: ya hay otra, ya hay otra. La única diferencia es que ahora se habla mucho menos. Las mamás ya no denuncian. No sé si es por miedo o porque han perdido la esperanza.

Josefina no. Ella no ha perdido la esperanza ni la combatividad. Ella y sus hijos iniciaron la búsqueda de Claudia Ivette sin apoyo de nadie. Ella se enfrentó a lo que siempre percibió como prepotencia de los funcionarios. Fue su denuncia la primera que alcanzó las instancias internacionales, primero ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, desde ese nefasto año, 2001.

Y sigue. Fue la señora Josefina la que increpó en una audiencia de la CIDH en Washington a la actual procuradora de justicia estatal Patricia González, quien ha llevado a ese foro el argumento de que los asesinatos del Campo Algodonero ya están resueltos con el encarcelamiento –y ahora la sentencia– de Édgar Álvarez Cruz como responsable.

Son puros chivos expiatorios los que nos presentan. A los culpables no los han agarrado. Nosotros lo que queremos es la verdad, insiste. Hoy se escuchará la voz de la señora Josefina en el más alto tribunal de justicia de América.